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Hoy cumplo 24 años

Publicado: 2010-04-28

No se porque el pánico repentino el día de mi cumpleaños. Tengo una sensación de angustia y ansiedad desde que me levanté. Dicho sea de paso, no dormí bien. Me acosté muy tarde.

En mi familia hay una especie de "tradición" de esperar a que sean las doce de la noche para dar regalos. Un día lo comenzamos ha hacer y así se quedó. Así que mi regalo lo recibí ayer por la noche. Fueron zapatillas. Las shape ups de Skechers, esas que caminas y bajas de peso. Están lindas, pero mi mamá siempre piensa que sus regalos no me agradan y me pregunta quince millones de veces si estoy contenta. Trato siempre de emocionarme por mis regalos pero tengo una tendencia asquerosa a adelantarme a lo que la gente va ha decirme o hacer. Así que cuando me alcanzaron la caja envuelta en papel de regalo ya sabía de qué se trataba.

A mi me encantan las sorpresas, pero supongo que es difícil sorprenderme. Quizá por eso me gustan, ¿me entienden? Porque tengo una especie de fascinación con lo difícil, complicado, con lo que no comprendo. Eso va para los hombres también, pero eso ya es todo un tema aparte.

Hoy abrí el blog porque tenía que contar algo. Hoy cumplo 24 años y tenía pánico de abrir el facebook.

El año pasado tuve una experiencia negativa con la paginita de mierda esa. Resulta que entré el día de mi cumpleaños a ver quiénes me habían saludado, según yo, al menos diez o quince personas. Pues resulta que no eran mas de cinco, y ni siquiera quiénes yo quería que me saludaran. Claro que agradecí la atención, pero estaba rabiosa, herida por las puras. Luego racionalicé el asunto y recordé que el facebook es una cojudez, que es una coincidencia que la gente te salude por ahí (quiero decir que se enteran por casualidad que es tu cumpleaños y te dejan un mensaje). Y me convencí que no había que preocuparse mucho y que así debía ser para todos.

Pero luego por cada cumpleaños de alguien conocido, me daba cuenta que el número de gente que los saludaba era obviamente mayor al mío. Me daba rabia, pero luego vergüenza de andar enojándome por cosas tan triviales. Se me pasaba el enojo y me unía a la tanda de saludos. Total, no puedo forzar las cosas, pensaba. Igual seguía pensando en la razón por la cuál la gente no se acordaba de mi. Por ejemplo, fulanito X, se tomaba el trabajo de saludar a fulanita G, pero a mi no. Y según yo habíamos establecido algo así como una amistad durante un trabajo grupal en la universidad. Entonces: ¿¿¿WTF???

Para colmo, había organizado una reunión con diez de mis amigos mas cercanos en una discoteca. Mas cercanos, un carajo. La mitad de ellos me dieron excusas idiotas de que no podían ir y la otra mitad apenas se acordó de que era mi cumpleaños.

No había que decirlo, me sentía abatida, sin rumbo, absurda, efímera, olvidable. Nadie se tomaba el mínimo esfuerzo es recordarme. Solo mis papás mostraban emoción por mi cumpleaños. Ah, y un par de tías, mi abuelita, y claro, los infaltables correos institucionales de todos los lugares en donde alguna vez me inscribí. Quizá Wong hubiera hecho un mejor trabajo saludándome por mi cumpleaños, pero incluso evité ir a la tienda. Me parecía deprimente que un grupo de trabajadores sin ninguna afiliación ni afinidad conmigo me saludaran con sonrisas falsas. Igual me levanté de mi depresión y autocompadecimiento y pasé mi cumpleaños entre el concierto de Oasis y una borrachera impresionante dos días después con los amigos que se tomaran el trabajo de acompañarme. La pasé bien, digamos, ya que incluso conocí a alguien nuevo, pero eso es tema aparte.  

Un año después de esa tragedia, decidí que ya no me iba a afectar la opinión de los demás, y me adentré de una vez por todas en las fauces del facebook, para saber si acaso se había cumplido la profecía del año pasado, o si en efecto, el número de 5 se había reducido a 0. Abrí con miedo mi perfil para darme con la sorpresa que no habían 5, ni 10, sino 17 mensajes. Por alguna razón la gente recordó mi cumpleaños. Ah, quizá fue porque mandé un correo hace una semana para una reunión en mi casa y después juerga barranquina. Si, tal vez fue eso, ¿no?

Como sea. Hoy cumplo 24 años. Me parece una edad decisiva. Mis 23 años no los sentí. Estos sí los siento bien, pesados y asentados en mis Shape ups color negro. Me siento casi adulta, casi madura, casi responsable. Digo casi porque probablemente dentro de un par de semanas se vaya todo al carajo y vuelta a ser la misma mocosa idiota de toda la vida. No sé, hoy se cierra un círculo y se me ocurrió que sería bueno abrir un blog, contar algo, contar mi vida, ser sincera.

Eso lo tengo bien presente ahora último. Desde que recuerdo lo que más me esforcé era en no parecerme a mi papá. El es un buen padre y me quiere mucho, pero es un hombre neurótico y autodestructivo, que se encarga de joder sistemáticamente todo lo bueno que tuvo en la vida. Yo no quiero ser así y me esfuerzo por no serlo con toda mi alma. A veces sí soy como él y eso me da miedo. Me da miedo quedarme sola y no tener nadie que me soporte. Tal vez por eso me afecta que la gente no me tome en cuenta, porque de alguna forma pienso que eso me acerca más a ser como él. Que si la gente no me recuerda es porque algo terrible debo haberles hecho.

Asu, que drama, ¿no? Bueno, una cosa: El blog no va a ser tan denso. Lo siento, tenía que sacarme esa huevada de adentro y que mejor momento que mi cumpleaños. Prometo que voy a ser mas ligera en los próximos posts. Quédense por favor, recién estoy calentando.


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El Mundo de Sofía

Esta es mi versión de la historia