Vivir para el resto
Hace algún tiempo firmar con mi nombre algo posteado en internet me daba miedo. No porque pensara en alguna especie de conspiración de las corporaciones para robarme mi identidad o usar mi información personal para alguna estafa o difamación. Pues no, mi miedo iba mas centrado al hecho de la sobre exposición a la que nos tenemos que acostumbrar ahora con el youtube, facebook, twitter y otras cosas que van a seguir inventando para robarnos la poca privacidad que tenemos.
Si bien tenía mi cuenta del facebook hace ya bastante y me las arreglaba para agregar amigos a mi red y comentar en algunas de las fotos que publicaban, o revisar alguno que otro album de las juergas de fin de semana, en el fondo siempre estaba pendiente de qué cosas publicaba de mi misma y pensaba por largos minutos antes de postear un comentario, por el pánico que me producía pensar que alguien leyera eso y pensara que soy una estúpida o se diera una imagen errada de mi misma.
Y en general, mi miedo a la exposición se extendía a mi vida social, la gente que conocía y mi ansiedad constante por caerle bien a todos, sin excepción, sacrificando mi forma de pensar, mi forma de ser, tratando de amoldarme al resto, buscando la aprobación de los demás.
Pero mis ansias de exponerme eran mas fuertes que mi timidez. Igual deseaba validarme con los demás, cualquiera que fuese y mostrar que yo también podía decir algo, que yo también tenía una voz sobre asuntos de cualquier tipo, desde las vanalidades mas absurdas hasta temas mas serios. Mi pequeño y reducido círculo de amigos no bastaba. Necesitaba un medio donde expresarme sin las barreras que me imponía ponerle mi nombre a las cosas. Encontré en el anonimato y en los blogs el perfecto espacio que necesitaba para desahogarme.
Este no es mi primer blog. Tuve varios intentos, hasta que finalmente me asenté en uno que tuvo bastante acogida entre una serie de desconocidos que entraban de manera random a comentar mis posteadas. Me sentí tan libre que conté mi vida completa, describí a mis amigos, rajé, lloré, puteé de mi mala suerte, conté mis miedos mas profundos... Todo en pos de conectarme con alguien, que alguna persona leyera lo que escribo y me diera su opinión desinteresada. Cosas que ni siquiera le contaba a mis amigos mas cercanos, las escribía en unas líneas con desconocidos.
Hasta que un día mis mundos se mezclaron. Uno de esos, que debía haber quedado en ese universo, cruzó y fue cuando me di cuenta que me la había pasado viviendo para adentro. Que todo lo que hacía y decía no reflejaba para nada la persona que soy. Y no hablo de publicar huevadas en el facebook, porque a fin de cuentas es la misma mierda: Uno pone ahí lo que quiere que los demás vean, y viene a ser una versión distorsionada, donde agrandamos lo bueno y escondemos lo malo.
Ese crossover me hizo ver que yo como persona me escondía, y que solo un grupo cerrado de gente me conocía como lo que en verdad soy. Para el resto, yo vivía escondida, pensando cinco veces antes de decir algo, porque no vaya a ser que los demás me juzguen por eso, o se burlen, o me miren mal. Nadie puede vivir así, pendiente de lo que los demás digan, hagan, opinen. Si bien es cierto que queremos ser aceptados, tener un grupo, y validarnos como parte de algo, ese sentimiento no puede regir cada pequeño aspecto de nuestra vida.
Al menos esa no es la forma en que yo quiero vivir. Sé que me falta mucho por cambiar en mi forma de ser. Hay cosas que no van a cambiar nunca, aspectos de mi misma que no puedo controlar, pero que de alguna forma espero dominar, darme cuenta de que estoy volviendo sobre los mismos errores, como no ser tan extrema o tan radical.
Vivir para el resto es agotador.